Desde 2005, el equipo del CERPI, hoy dirigido por Gilberto Torrez y Rodrigo Lora, con el apoyo de un grupo dedicado de voluntarios, ha estado llevando la escuela móvil a dos zonas en las afueras de Sucre.
Durante las últimas dos décadas, esta forma de educación callejera se ha convertido en una actividad fundamental dentro de estas comunidades.
Un contexto desafiante, una respuesta coherente
En muchas familias de Sucre, la pobreza da forma a la vida diaria.
Si bien la matrícula escolar en Bolivia ha aumentado en los últimos 20 años, la jornada escolar sigue limitada a unas pocas horas: los niños asisten solo medio día (turnos de mañana o tarde). Antes o después de la escuela, muchos pasan largas horas en la calle, trabajando o ayudando a sus padres en el mercado. Los espacios seguros para jugar o aprender son escasos.
En este contexto, la presencia a largo plazo marca una gran diferencia.
Y veinte años de escuela móvil en Sucre han dejado marcas visibles en la vida de los jóvenes que crecieron en sus alrededores.
Muchos padres de estos barrios alguna vez estuvieron en la escuela móvil cuando eran niños.
Recuerdan el estímulo, la atención, el sentimiento de pertenencia y el momento en que alguien les preguntó por primera vez acerca de sus sueños. Hoy en día, estos adultos valoran más la educación, la asistencia a la escuela ha aumentado claramente y los niños se atreven a soñar con un futuro mejor.
Un nuevo capítulo: aprendizaje basado en el trauma y fortalecimiento del equipo
La semana pasada, como parte de nuestro apoyo continuo, impartí una capacitación sobre nuestro nuevo paquete educativo»Enfrentar un trauma», diseñado para ayudar a los niños a comprender las emociones, las reacciones de estrés y la resiliencia.
Además de la formación sobre el contenido, trabajamos con el equipo del IPTK-CERPI en técnicas de formación de formadores, lo que permitió a los educadores locales preparar mejor a los nuevos voluntarios utilizando nuestros módulos de formación y plataformas de aprendizaje digital.
También reforzamos las habilidades de planificación y evaluación, lo que ayudó al equipo a reflexionar sistemáticamente sobre su impacto y a ajustar las actividades cuando fuera necesario.
Junto con el equipo, facilitamos cinco sesiones con niños y jóvenes en Lajastambo y Barrio Alegría, dos comunidades en las que la escuela móvil ha estado activa durante muchos años.
Gracias a la profunda confianza que IPTK-CERPI ha construido con las familias a lo largo del tiempo, los niños se mostraron muy comprometidos y entusiasmados con los nuevos juegos y actividades.
La combinación de la presencia local a largo plazo del CERPI, nuestras herramientas sensibles al trauma y un equipo de educadores fortalecido aportó nueva energía al trabajo de las escuelas móviles y creó sesiones con una conexión aún mayor.
Agradecido durante dos décadas y mirando hacia el futuro
Alcanzar un hito de 20 años es más que un aniversario.
Es un reconocimiento a:
- la dedicación del equipo IPTK-CERPI y de todos los que han participado en este proyecto
- la resiliencia de los niños y las familias que siguen acudiendo
- el poder de la educación callejera que se adapta a las realidades de los jóvenes, en lugar de esperar que se adapten a nosotros
Estamos profundamente agradecidos por esta asociación, por la confianza, la colaboración y la creencia compartida de que todos los niños merecen el espacio para crecer, soñar y ser vistos.
Pasemos al siguiente capítulo.
Y a la próxima generación de niños de Sucre, que seguirán soñando, aprendiendo y forjando su propio futuro, con una escuela móvil a su lado.




